El cuento es una narración breve
de carácter ficticio protagonizada por un grupo reducido de personajes y con
un argumento sencillo.Hay dos tipos de cuentos: El cuento popular: Es una
narración tradicional breve de hechos imaginarios que se presenta en múltiples
versiones, que coinciden en la estructura pero difieren en los detalles. Tiene
3 subtipos: los cuentos de hadas, los cuentos de animales y los cuentos de
costumbres. El mito y la leyenda son también narraciones tradicionales, pero
suelen considerarse géneros autónomos (un factor clave para diferenciarlos del
cuento popular es que no se presentan como ficciones).
El cuento literario: Es el cuento
concebido y transmitido mediante la escritura. El autor suele ser conocido. El
texto, fijado por escrito, se presenta generalmente en una sola versión, sin el
juego de variantes característico del cuento popular. Se conserva un corpus
importante de cuentos del Antiguo Egipto, que constituyen la primera muestra
conocida del género.
El cuento se compone de tres
partes.
Introducción o planteamiento: La
parte inicial de la historia, donde se presentan todos los personajes y sus
propósitos. Pero fundamentalmente, donde se presenta la normalidad de la
historia. Lo que se presenta en la introducción es lo que se quiebra o altera
en el nudo. La introducción sienta las bases para que el nudo tenga sentido.
Desarrollo o nudo: Es la parte
donde se presenta el conflicto o el problema de la historia, toma forma y
suceden los hechos más importantes. El nudo surge a partir de un quiebre o
alteración de lo planteado en la introducción.
Desenlace o final: Parte donde se
suele dar el clímax, la solución a la historia y finaliza la narración. Incluso
en los textos con final abierto, hay un desenlace. Puede terminar en un final
feliz o no.
Características del cuento
El cuento presenta varias
características que lo diferencian de otros géneros narrativos:
Ficción: aunque puede inspirarse
en hechos reales, un cuento debe, para funcionar como tal, recortarse de la
realidad.
Argumental: el cuento tiene una
estructura de hechos entrelazados (acción – consecuencias) en un formato de:
planteamiento – nudo – desenlace.
Única línea argumental: a
diferencia de lo que sucede en la novela, en el cuento todos los hechos se
encadenan en una sola sucesión de hechos.
Estructura centrípeta: todos los
elementos que se mencionan en la narración del cuento están relacionados y
funcionan como indicios del argumento.
Personaje principal: aunque puede
haber otros personajes, la historia habla de uno en particular, a quien le
ocurren los hechos.
Unidad de efecto: comparte esta
característica con la poesía. Está escrito para ser leído de principio a fin.
Si uno corta la lectura, es muy probable que se pierda el efecto narrativo. La
estructura de la novela permite, en cambio, leerla por partes.
Prosa: el formato de los cuentos
modernos (a partir de la aparición de la escritura) suele ser la prosa.
Brevedad: por y para cumplir con
estas características, el cuento es breve.
Cuento y Narración
Un cuento es una narración corta
en la que intervienen personajes que realizan acciones en un lugar y un tiempo
determinado.
Dentro de la narración puede
aparecer también un diálogo directo intercalado. Estas historias son contadas
por un narrador que habla de cosas que le suceden a otras personas o a sí
mismo. En este último caso, él será un personaje del cuento. Todo cuento debe
tener un principio, un nudo y un fin.
¿POR QUÉ SON IMPORTANTES LOS
CUENTOS?
Existe un mundo en el cual los niños se refugian para sobrevivir a las fealdades de la vida, es producto de su fantasía, de su vitalidad, pero es también fruto de lo que queda de bueno en nosotros adultos, que tenemos un arduo deber: defender ese mundo encantado que para los niños es una fortaleza. Nos viene enseguida a la memoria la historia de “Peter Pan”, el muchacho que no quería crecer, porque aquel adulto que defiende el castillo de los cuentos de hadas a veces puede ser definido “infantil”. El mismo autor de la historia de Peter Pan, de hecho, curiosamente fue considerado una persona incapaz de crecer, justamente por su poética visionaria y desencantada y por su capacidad de saber jugar aun en la edad adulta. ¡Todas tonterías! Quien lucha para defender la fantasía de los niños es un auténtico héroe, y no un niño encapsulado en su infancia. Bienvenidos sean los recuerdos de una infancia feliz, para quien ha sido tan afortunado, pero quien no lleva consigo las preciosas imágenes de una juventud serena, con más razón aún debe asumir el compromiso de garantizar la felicidad a los niños que merecen ser niños.
Existe un mundo en el cual los niños se refugian para sobrevivir a las fealdades de la vida, es producto de su fantasía, de su vitalidad, pero es también fruto de lo que queda de bueno en nosotros adultos, que tenemos un arduo deber: defender ese mundo encantado que para los niños es una fortaleza. Nos viene enseguida a la memoria la historia de “Peter Pan”, el muchacho que no quería crecer, porque aquel adulto que defiende el castillo de los cuentos de hadas a veces puede ser definido “infantil”. El mismo autor de la historia de Peter Pan, de hecho, curiosamente fue considerado una persona incapaz de crecer, justamente por su poética visionaria y desencantada y por su capacidad de saber jugar aun en la edad adulta. ¡Todas tonterías! Quien lucha para defender la fantasía de los niños es un auténtico héroe, y no un niño encapsulado en su infancia. Bienvenidos sean los recuerdos de una infancia feliz, para quien ha sido tan afortunado, pero quien no lleva consigo las preciosas imágenes de una juventud serena, con más razón aún debe asumir el compromiso de garantizar la felicidad a los niños que merecen ser niños.
Esta es la preciosísima enseñanza
de un gran autor del siglo pasado, Bruno Bettelheim, que muestra en los cuentos
la clave de lectura del vivir bien, y así como leer historias fantasiosas hace
bien a los niños, así tal vez también el alma tibia de los adultos pueda de
algún modo despertarse gracias a aquellos personajes que, antes de la aparición
de los videocasetes y de los DVD, todos nosotros habíamos imaginado. Desde
Hänsel y Gretel hasta Caperucita Roja, de Cenicienta a Blanca nieves y a la
Bella Durmiente del Bosque, de los tres chanchitos al patito feo, cada
personaje ha dejado una huella en la vida de todos nosotros.
También es verdad que para aprender
a afrontar la vida y a superar los obstáculos cotidianos sin evadirlos, el
niño, así como el adulto, necesita conocerse a sí mismo y al complejo mundo en
el cual vive y en el cual se relaciona. Para esto es necesario impartir una
educación que no sea violenta, pero que sea lo más incisiva posible, y esto
también puede ser posible gracias a la moral de las fabulas, a la enseñanza de
los cuentos mágicos donde el bien vence al mal porque así es como debería ser.
Los niños maduran así sus ideas sobre el mundo, dando orden y coherencia a la
dimensión interior y aprendiendo a escuchar lo que los rodea. ¿Qué puede servir
más que un cuento, que captura la atención, divierte, suscita interés y
estimula la atención? Cualquier cuento que sea, transmite mensajes siempre
actuales y conserva un significado profundo que pasa a través del corazón y de
la mente de los niños... y de los adultos.
Cada historia, por irreal y
absurda que sea, trata sobre problemas humanos universales, ofreciendo ejemplos
de solución ante las dificultades. El cuento es un sistema de mensajes que los
niños captan más allá de todo razonamiento lógico. Los cuentos, respetando la
visión mágica de las cosas, alejan las pesadillas inconscientes, aplacan las
inquietudes, ayudan a superar las inseguridades y las crisis existenciales,
enseñan a aceptar la responsabilidad y a afrontar la vida. Es justo entonces
subrayar la importancia fundamental del cuento, la capacidad también de recrearlo
nuevamente y de inventarlo. El cuento desarrolla la creatividad, y crea una
barrera en la cual el niño irá siempre a esconderse. Brujas Malvadas, Dragones,
Monstruos y Madrastras y Orcos, Sirenas, Hadas y Duendes alados por siglos han
acompañado la duermevela de los más chiquitos, y son todavía los personajes que
custodian un patrimonio de recursos y promesas: los cuentos son un tesoro de
valor inestimable, y representan un punto de referencia para la vida del niño y
su relación con los adultos
En las historias para llegar al
final feliz hay que seguir un camino a veces difícil, es necesario derrotar al
dragón, engañar al lobo, escuchar los consejos del mago y usar la inteligencia.
Estas desventuras que el niño afronta junto al protagonista son una invitación
a la acción, a desenvolverse con habilidad y activamente en las dificultades.
La sana fantasía ayuda a interactuar con la realidad y a aprovechar en el mejor
modo los recursos que se tienen a disposición. Por esto más allá del patrimonio
cultural que los cuentos y las fabulas representan, difundir el sentido de las
historias de fantasía es un compromiso que debería ser sancionado en la “Carta
de los derechos del niño”. La fábula debe partir como una flecha lanzada con
inextinguible energía, y dar la vuelta al mundo, atravesar países y ciudades.
Cada niño, de cualquier nacionalidad, ya sea que tenga ojos almendrados o la
piel oscura como el chocolate, cualquiera sea su religión, tiene el derecho de
escuchar un cuento antes de irse a dormir, tiene derecho a vivir en la belleza,
tiene derecho a ser un niño.