Lo ideal sería que todas las escuelas del estado tuvieran un espacio físico para su biblioteca escolar, pero la realidad es que son pocas las que tienen ese privilegio y generalmente se trata de escuelas primarias estatales o particulares. Cuando visitamos alguna de ellas no podemos evitar la expresión ¡Qué chulada de biblioteca!
Pero caras vemos, corazones no sabemos. Si esos lugares son para guardar bien acomodados los libros y sólo para estudiar y hacer las tareas pensamos ¡Qué desperdicio! Porque ahí podrían funci onar círculos de lectura, cafés literarios, talleres de composición, presentaciones de libros y muchas cosas más.
En contraste hay escuelas que no tienen el privilegio de un espacio así, y se las ingenian para realizar esas actividades, promueven la lectura y le dan uso constante a los libros. Lo cual nos lleva a concluir que: son los libros los que hacen una biblioteca, no el espacio.